SIN FILTROS
Al
instante, el profesor se apresuró a cerrar la puerta de la habitación donde dictaba
sus clases. En el mismo instante una alumna escribió en la ventana del chat: ¿tío?
El profesor regresó a los pocos segundos a sentarse frente a la pantalla de su
ordenador. Leyó el mensaje y sonrió. Explicó que sí se trataba de su hijo.
Explicó que el pequeño llamaba a su tío, el hermano del profesor. Explicó ciertamente
sin obligación alguna por responder. No pudo dejar de lado su conducta instintiva
de maestro. Y sonrió.
La clase
había recuperado la vida. Los alumnos estaban atentos. Las respuestas empezaban
a aparecer en el chat. Los alumnos habían terminado las primeras sesiones de lógica
cinco semanas atrás, y en ese momento tenían lecciones de ecuaciones de la
recta. Una de sus alumnas se cuestionó en el acto. ¿Cómo que tío, acaso el
profe no es el papá? Estaba atenta y más. Ella había interiorizado el
conocimiento de las primeras clases. Usó la lógica, sin fórmulas, pero la usó
con precisión, en automático, como un reflejo. El profesor, que tenía también
su cámara apagada, seguía sonriendo sin filtro alguno.
distraida y casi clasica anecdota en estos tiempos de pandemia; cierto cierto que los que pensamos con logica, no nos cuentan cuentos, Ja, ja,ja.
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