CAMINATAS
El semestre
académico terminó y la vacunación estaba avanzando rápido en el país. Los dos,
marido y mujer, ya estaban en casa y desconectados del mundo virtual. Ellos se
iban despejando del estrés. Ya estaban vacunados y les vino las ganas
de salir a caminar. Su hijo seguía absorto frente al computador, a pesar que ya
no tenía clases virtuales, y prefirió quedarse en casa.
Eran las 8:30
pm de un día jueves. Ellos iban del brazo, a paso lento, conversando de su día
laboral, recordando paseos similares entre tantos años ya. Las mismas ganas de caminar a compás. No importaba el rumbo, tampoco la oscuridad,
tampoco el destino. La pandemia aún era restrictiva y muchos lugares solo
tenían comida para llevar. De pronto, el aroma de un buen café los sedujo. Ella
pidió un postre. Él algo más sobrio para su paladar. Los sorbos de café
prolongados no se podían alargar más ya que su hijo llamó al celular de mamá.
Buscó una excusa tonta para evitar la soledad a la que la cuarentena lo condujo.
Eran las 10:30
p.m. de esa misma noche. Por fin escucharon que su hijo se fue a dormir. Los
dos estaban en pijama. Era tiempo de descansar. Él seguía con la televisión encendida y no
paraba de cambiar de canales. Ella, vencida en sueño, acurrucaba la cabeza
sobre el pecho de su esposo. Él la tenía en sus brazos y así pretendía estar.
Ella pensaba en su mamá. Se conmovió por su llamada en llanto antes de empezar
la noche. Extrañaba la ausencia de su papá. Escabulló ese pensamiento y se
volvió a acomodar sobre su esposo. Él intuyó su desconsuelo con un beso en la frente,
y siguió cambiando de canales. Aún tenía a la mujer que amaba en sus brazos. El
sueño lo vencía ya. Se imaginó seguir caminando de la mano de ella, como solían
hacerlo antes de la pandemia. Se durmió respirando el aroma de un café recién
servido, esperando a que ella llegara.
casos de la vida real, me enternecio.
ResponderBorrar