CUATRO
Cuando nació
su hermanito, Martín tenía apenas dos años. De pronto sintio celos por el mayor cuidado de su madre al bebé, aunque su padre fue rápido en otorgarle más atención a él.
Dos años pasaron.
El pequeño Martín ya hablaba. Adquirió un notable grado de observación durante
los paseos que daba con su progenitor en ese espacio ineludible de los dos. Todos
los días, después de la siesta, salía Martín con su papá a divertirse en el
parque por media hora. Era su momento, era el tiempo que le daba su padre para
hacerlo sentir que era el mayor. Era la forma que dejara los celos por Luisito.
Era sábado. El
papá de Martín se había quedado dormido y los dos hermanitos peleaban. Los
llantos llamaron la atención de los padres. Fue la madre quien calmó a los
niños. Fue el padre quien se desperezó. Al ver su reloj, supo que era tiempo de
salir con Martín para caminar y hablar con él para que comprendiera mejor a su
hermanito. Fue Luisito quien le trajo las zapatillas a Martín para que saliera con
papá.
Eran las 3
p.m. La madre no paraba de mimar a
Luisito. Ella interpretó que su pequeñito tenía una gran nobleza. El papá acomodaba
sus ideas para conversar con Martín. Martín quizá pensó que su hermanito reconocía
que él era el mayor y que lo respetaba. Luisito quizá solo quería tiempo a
solas para estar con su mamá.
Entender q no somos uno en nuestro pequeno mundo, tarda un poco, pero con acciones lo entendemos.
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