REFLEJOS
Boris intentaba
estudiar. Le costaba dar el salto del colegio a la universidad. Estaba solo en
el cuarto de estudio y le tentaban las ganas de seguir divirtiéndose con videos de música. Sabía que la pasó fácil durante sus dos últimos años virtuales en el
colegio y no esperaba que al entrar a la universidad los exámenes fueran
presenciales.
Se sentía desconcertado
y con ánimo de preocupación desactivó el audio de su computador. La música seguía
resonando en su cabeza. Se paró de su asiento y se puso frente al espejo para
recriminarse a sí mismo. Vio en su
reflejo su rostro incompleto, con una gran interrogante, sin nariz, sin boca.
No era equivalente a sí mismo. Una incongruencia en su racionalidad. Sentía
nauseas. Tenía problemas para respirar. No se imaginaba para nada que empezaba
a experimentar un ataque de pánico.
Su madre, desde
el comedor, sintió el grito silencioso de Boris. Se apresuró a seguir su corazonada
y abrazó a su hijo antes de que se desplome. Sabía lo que le pasaba. Lo enfocó en
su respiración y esperó a que se calmara. Boris estaba frente al espejo con su
madre al costado. Mírate bien, le dijo ella. No sabes el potencial que tienes y
solo tú eres capaz de sacarlo a la luz. Tan solo te pido que des lo mejor de ti.
Luego, con un beso, ella se despidió y lo dejó solo.
Por el resto
de ese Viernes Santo, Boris sintió por dentro la pasión de Cristo. Puyado,
ensangrentado, entendía que no bastaba con rezar sino con levantarse de la cama
y dejar el relajo. Al menos, no escuchó más música en toda la noche; no obstante,
su mente se llenaba de miedo a fracasar, de negarse a sí mismo.
Al día
siguiente, en sábado de Gloria, Boris se iluminó. Tomó una ducha caliente a las seis de la
mañana. Desempañó el espejo. Su imagen borrosa se aclaró al instante. Se concentró en su respiración, tal cual su
madre le enseñó. Empezó a organizar sus
horarios para no alborotarse con tantas materias al mismo tiempo. Mientras
revisaba sus apuntes de clase, contactaba a sus compañeros de la universidad.
Este si que refleja el miedo de las nuevas generaciones al tener que verse de frente con "la normalidad".
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