FUEGO

 


En el verano del 2023, los cabecillas comunistas intentaban convencer a los aldeanos de las zonas más alejadas de Barataria para marchar a la capital. Reclamarían la inmediata liberación del efímero dictador, Sancho Panza. A los aldeanos honrados y trabajadores ni se les cruzó por la mente apoyar a Panza. Los líderes comunistas fallaron en su discurso y desempolvaron sus antiguas tácticas de crimen y castigo.  Por las noches, los terroristas salían encapuchados con altavoz en mano. Las disonantes amenazas rompían la paz nocturna para lograr reales adeptos del pueblo. ¡Luego no se vayan a quejar si se malogra las verduras de sus puestos de mercado o si explotan sus casas!... Las amenazas tampoco convencieron a los aldeanos de bien.

Fue entonces que el foro de Sampado, que a todo precio quería destruir toda democracia en Latinoamérica, se reunió en tinieblas para liberar unos fondos monetarios. El dinero trajo adeptos. Llegaron camaradas de Bolivia, de Cuba, de Venezuela. Empezaron las marchas violentas entre las aldeas de Barataria. Saqueaban las tiendas. Robaban la comida para desesperar a los baratarios. Los refuerzos policiales llegaron a las aldeas para restablecer el orden. Los comunistas mataron a unos cuantos aldeanos y culparon a la fuerza del orden. Una turba enardecida se desenfrenó en vandalismo. En la euforia de la gloria, los comunistas atraparon a un policía. Lo golpearon hasta dejarlo semi inconsciente. Le quebraron las piernas para que no pudiese huir. Le prendieron fuego. Bailaban felices ante los gritos desgarrados. La turba gritaba un estribillo incesante: ¡Ahora sí, guerra civil!

 Los aldeanos no entendían que la nueva república no traería el nuevo orden prometido sino una nueva esclavitud. La estrategia de tierra arrasada, disfrazada de reclamo social, venía a la capital. En su camino, los comunistas reclutaban narcotraficantes, contrabandistas, mineros ilegales…

En el verano del 2023 el patrimonio cultural de la capital de Barataria ardía en fuego. Perros calcinados colgaban de los postes de la plaza mayor. Los comunistas sentían que tenían una nueva oportunidad como la que tuvieron en los ochentas. Esta vez sí establecerían su dictadura del terror. Solo tenían que cambiar la constitución y lo harían por la fuerza. La bandera nacional era pisoteada, le meaban encima para destruir todo recuerdo de Barataria. Los encapuchados, por segunda vez, dijeron que el fuego fue iniciado por la policía.

Se instauró el estado de emergencia y con el ejército en las calles, los terroristas regresaron a sus guaridas.  El foro de Sampado los seguía financiando. Ahora sus maniobras habían virado para matar de hambre a los aldeanos. Bloqueaban las carreteras. Con ello se malograban los alimentos y las empresas cerraban sus puertas. Eran los ancianos los más desprotegidos.  Fueron los arrugados los que salían a las calles a pedir limosna. Los comunistas los miraban con desprecio. ¡Piedad! –decían los viejos. Ustedes son inservibles para la revolución –respondían los comunistas– así que mejor que se mueran de una vez. Hasta que en una de las provincias, una anciana sacó un crucifico para orar. Esa ofensa no la dejaron pasar los comunistas. La rociaron con gasolina y la quemaron viva. Gritaban a rabiar: ¡Ahora sí guerra civil! ¡Ahora sí guerra civil! ¡Ahora sí guerra civil! … Minutos después marchaban con altavoces culpando a la policía mientras que esparcían el fuego entre nuevas aldeas.


1 comentario:

  1. Esto demuestra que la falta de educacion,los converter en victimas de mentes retorcidas que claraMente no siente el más minimo respeto al valor fundamental en Toda Constitucion, el respeto a la VIDA.

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Muchas gracias por leer y comentar.

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