PIZARRA
Era una clase de matemática previa a la última evaluación de la primera parte del curso. Era una sección
de alumnos sobresalientes y al profesor le sobró tiempo para dar un repaso ese
viernes. Recalcó que deberían asegurarse de calcular bien la pendiente de una
recta para que no arrastrasen errores en la prueba del próximo lunes.
Los mismos alumnos proponían las
coordenadas de los puntos. Muchos escribían en sus cuadernos y llamaban al profesor
para que revisara los cálculos. Muchos lo hacían bien. Pero uno que otro tuvo algún
error. Una de sus mejores alumnas también falló.
Se le ocurrió entonces invitarla
a la pizarra. Sus compañeros soltaron nuevas coordenadas. La alumna volvió a
cometer el error en el cálculo de esa nueva pendiente. Esa vez, advirtió con claridad la
falla. Y el profesor repitió que en clase los errores son gratis, porque en las
evaluaciones sí que cuestan.
El día de la evaluación, el
profesor reubicó a la alumna en la primera fila para quitarle toda presión de alrededor.
Sabía que un error en pizarra no se olvida. Y la alumna volvió a sacar una
buena calificación. Su nombre estaría entre los más aplicados de la sección.
Grandioso,los errores son aprendizajes,genial el devolver la confianza.
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