CLASE SIN FIN
Al retornar de las vacaciones por fiestas patrias, los niños del primer grado B de primaria tenían que exponer sobre un plato típico peruano.
De esa asignación se enteraron las mamás el fin de semana
previo a retomar las clases. Y como si ellas fueran las alumnas que regresaban
a la escuela se afanaron en definir qué preparar.
Durante el día la presentación parecía que se filtraban
los olores de cada uno de los ingredientes, de los postres, de las comidas. Se
mostraban las cebollas, los ajíes, o las papas. Una mazamorra morada con su
canela espolvoreada al momento. Un ají de gallina con su aceituna y su huevo.
Las exposiciones se prolongaban. Todas las madres estaban
orgullosas, por sus niños y por sus platos.
La profesora felicitaba a los alumnos mostrando uno paleta con carita
feliz. Un pequeño dijo por el micrófono que no se olviden de él. No te
preocupes cariño pues de ser necesario extenderemos la sesión, dijo la
profesora.
Nadie notó el tiempo de más. Todos saboreaban los minutos
extendidos, hasta que llegó la hora de almuerzo. Se apagaron de inmediato las
pantallas y las comidas servidas no tardaron mucho en acabarse. Los niños regresaron
a sus juegos después de comer. Las mamás intercambiaban recetas por el grupo de
WhatsApp. Las caritas felices se mantuvieron hasta el anochecer como si
la clase aún continuase.
Algo bueno de esta pandemia, es el sentido de amistad, de saber q los seres humanos nos necesitamos para seguir alimentandonos las ganas de vivir.Q bueno q rescates lo bueno.
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