PESADILLAS
Al día siguiente las clases virtuales continuaron mientras
que el ánimo de protesta era más intenso en Edu. Elvira seguía rogándole que no
marchara. Orlando, ocupado en sus actividades laborales, quedó en hablar con Edu
cuando llegara la noche. Sólo avanzaron las horas, pero el muchacho se
mantuvo firme. Se uniría a la marcha del sábado. Sin nada más que decirse,
ambos se fueron a dormir. Los dos tendrían pesadillas.
Orlando soñó que era nuevamente universitario. Se vio protestando
en el Cercado con su mejor amigo de la universidad: Eduardo. Orlando prometió a su amigo que lo protegería
y que se mantendrían unidos, pero las bombas lacrimógenas generaron el caos. Se
perdieron de vista. Pronto llegaron los disparos y Eduardo quedó mal herido. Ayudaron
a Orlando a llevar a su amigo al hospital. Nunca te rindas. Esas fueron las
últimas palabras de Eduardo antes de morir. En la pesadilla, Orlando vio el rostro
de su amigo transfigurado en el de su hijo. En ese momento despertó. Le regresó la culpa
por haber dejado solo a su amigo. No pudo mantenerse más en cama. Prendió un
cigarrillo. Aún estaba nervioso por el sueño, por el peligro que tendría Edu.
Edu se vio en sueños cruzándose con un animal, una
bestia, un mezquino delincuente que le sacaba todo el dinero de sus bolsillos,
que le disparaba en la columna vertebral, que le truncaba todas sus aspiraciones
futuras. Empezó a gritar aún dormido por la frustración que sentía. No había un
solo cordero que saltara un cerco para brindarle un plácido sueño. Todo lo
contrario, su pesadilla lo atormentaba con un merino que le balaba, le bala, bala,
bala.
Orlando fue a su auxilio. Tranquilo hijo, tan solo fue
una pesadilla. Yo también tuve un mal sueño. Por favor no se te ocurra salir mañana.
Lo siento viejo, pero tengo que hacerlo. Charlaron de vuelta. No vayas por
favor. No hay que rendirse. Y esa última frase heló la sangre a Orlando. Despierto
vio en su hijo a su amigo muerto. No lo dejaría solo esta vez. Decidió ir con
él. De acuerdo, salimos, pero en la camioneta. Nada de caminar por las calles. Edu,
temiendo por la seguridad de su padre, aceptó la oferta. Eso sí, no le digas
nada a tu madre. Claro viejo. Queda entonces. Queda viejo.
Después del almuerzo del sábado ambos trataron de
disimular. Se miraron y un leve movimiento de cejas fue la indicación que era
el momento de partir. Elvira supo intuirlo. Amor, nos vamos con Edu a casa de
mi madre. Creo que su abuela lo convencerá para que no haga tonterías. Vayan entonces.
Padre e hijo llevaban consigo una bandera peruana. Edu
pintó la palabra DIGNIDAD en la ventana trasera de la camioneta. Vamos rápido
hijo. Ok. El motor de la camioneta se encendió. Esperen, gritó Elvira desde la
cocina con un tono de angustia. No les quedó otra a Orlando y Edu que esperar y
decirle la verdad porque ya las evidencias los delataban. Elvira no tardó en
aparecer. Simplemente abrió una de las puertas traseras y entró. No dijo palabra alguna pero su presencia era
sonora. Llevaba consigo una olla y un cucharón. La luz del exterior empezaba a
iluminarlos.
Apoyemos la libertad de opinión, pero siempre pensando en el respeto al otro. Arriba Perú
ResponderBorrarLa unión de los peruanos debe lograr reestablecer el país que queremos. No descansemos hasta lograrlo, desde el futuro nuestras acciones serán evaluadas y aprobadas. La inacción no debemos permitirla en nuestras manos está el construir el futuro para las siguientes generaciones
ResponderBorrarLa libertad es el uno de los mas preciados derechos, GRANDES AQUELLOS QUE SIN TEMOR LUCHAN POR MANTENERLA.
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