CLASES EN PANDEMIA
EL DESPERTAR DEL YOGA
Era la hora de almuerzo en Perú cuando Juan recibió la llamada de su sobrina
Sofi. Ella había empezado clases de yoga,
ya que en Francia consideraban que así reducirían el estrés los jóvenes por no
asistir físicamente a los liceos.
Te mando por whatsapp la conexión para que entres a mi clase de yoga. Sólo
no pongas tu cámara ni actives el micrófono tío, pero si sigues a la maestra te
aseguro que te vas a relajar. Pero, ¿cómo crees que voy a entender? Je ne
parle pas français ma chère nièce. No lo necesitas tío. No se trata de
escuchar las palabras sino de seguir la música relajante con tu ser interior. !A
caray!, qué profunda que estás Sofi para tu corta edad. De verdad tío, te aseguró
que tus sentidos hacen que te desconectes de este mundo estresante.
Eran las 7 a.m. en Lima. Eran las 2 p.m. en Lyon. Juan se conectó a la clase de yoga en francés.
Los muchachos iban entrando. Saludaban a la maestra. Se saludaban entre sí. Juan se mantenía en silencio oculto. Apareció la profesora en pantalla dando
las instrucciones. Juan apenas capturaba
palabras inconexas pero intentó seguir a los demás. Luego se dejó llevar por una
música binaural. Tenía razón Sofi. Se sintió flotar en un espacio que no era
propiamente el de su habitación. Era infinito. La música se detuvo pero él
seguía relajado, atento, conectado con el universo. De pronto un pedo sonoro
irrumpió en ese espacio virtual. Juan no entendía lo que decía un muchacho pero
intuyó que fue quien se lanzó la flatulencia. Seguramente pedía disculpas.
Intuyó que la profesora respondía que eso era natural por la relajación.
Para Juan fue demasiada interacción con el universo. Capaz lo habían descubierto. Prefirió salir de
la sesión, al fin de cuentas ya estaba de vuelta en su mundo real. Caminó hacia
el baño y roció un poco de perfume a su alrededor.
Cierto, el silecio es una relajacion natural, jajaja,..... muy gracioso final.
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