TIGRE AL ACECHO
- |Ven aquí
Tigre! -le dijo Paola, dando palmadas en la cama.
Tigre no aceptó y siguió ladrándole.
Los ladridos atrajeron a su padre, y antes de una llamada de atención, la muchacha
estaba sentada frente a su laptop. Tigre se calló. ¿Qué pasa? Nada papi. Por
favor, cierra la puerta que estoy escuchando clases. Ni bien su padre salió de la
habitación, Tigre se metió un gran salto sobre los muslos de la adolescente.
Ahí se quedó en silencio, en medio de las caricias de Paola, hasta que la clase
terminó.
En la siguiente clase de matemáticas,
Tigre regresó a su dormitorio. Guau, guau. Siguió ladrando. Y antes que su papá
viniera, Paola se quedó sentada con Tigre en sus faldas. Tigre mantenía
silencio, e inexplicablemente alzó la cabeza cuando Paola dijo que no entendía.
Tigre levantó una patita. Paola sonrió. Pensó que su mascota le decía que debía
preguntarle al profesor, así que se animó a hacerlo.
Solo en esa materia Tigre se sentaba
sobre ella. A Paola empezaba a gustarle las matemáticas y se mantenía bien despierta.
Y solo cuando acababa una sesión, Tigre se levantaba y salía de su habitación.
Para las siguientes sesiones Paola
gritaba: ¡Tigre, ya empiezan las clases de mate! De inmediato, las patitas
ágiles del Shih Tzu subían las escaleras para aterrizar en su habitación.
Muy tierna historia, es bella la conexion entre los dos protagonistas, me encanta los toques de rima en tu relato.
ResponderBorrarQue dulce verdad me recuerda lo que yo siento por los perritos y la conexión especial que nos une. Magnífica historia 🥰
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