CLASES EN PANDEMIA
ROMPIENDO EL SILENCIO
Aún no llevaba ninguna asignatura
propia de derecho pero empezaba a entender su vocación. Se sabía inocente y sentía
la opresión de la cuarentena, una prisión domiciliaria que debía cumplir en
beneficio de la sociedad.
Su intelecto se acrecentaba en noches
de pensamiento. La delincuencia está en las calles y yo metido en casa. No hay ninguna
explicación. Y gritó. Explotaron sus pulmones y su madre entró a su habitación.
Ha sido tan solo una pesadilla hijo mío. Relájate que ya pasará.
Los días iban pasando, y esos gritos
de noche se encerraban en sus clases virtuales. Se silenciaba. Se aislaba. Una tras
otra clase distante. La desidia de la pereza en días en los que le sobraban las
horas.
Hasta que con timidez se iba
acercando por más que el tiempo se extendía, o al menos así él lo entendía. Lo
importante es que había comprendido. Se llenaba de humanidad. Todavía no tenía la posibilidad de argumentar.
Pero lo haría.
QUE GRANDIOSO INTROSPECCION,MUY PROFUNDA REFLEXION.
ResponderBorrar