CEGUERA


 

El muchacho se sentó a una orilla del río a esperar a Lucía. Mataba el tiempo con un videojuego. De pronto le entró una llamada de su novia. Disculpa Alex por la demora pero ya estoy cerca. Ella le daba explicaciones que él no solicitó, mientras que Alex quería cortarle para seguir jugando. Te quiero. Yo también, dijo Alex, y colgó.

Alex advirtió que se le acercaba un tipo. Vestía un poncho largo y sucio.  Presintió el peligro, y apenas tuvo tiempo para esconder su celular debajo de una revista. ¿Crees que pueda cruzar el rio? Por aquí no amigo, la corriente está fuerte, pero hay un puente a un kilómetro. Alex trató de mantener la calma para disimular, aunque no pondría resistencia si le mostraba un cuchillo. Desperdicias tu potencial al perder el tiempo en videojuegos. Alex entendió que ya lo tenía marcado y era inminente que le robaría su celular.  Se le ocurrió toser y decirle que se estaba recuperando de la COVID-19. Quizá necesitas una señal para creer, le dijo el tipo. Alex pensó entonces que se trataba de un drogadicto. Disculpa amigo, cof , cof, cof, no estoy con ganas de conversar y ya me tengo que ir. Calma, yo soy el que se va, y más bien sigue esperando a Lucía tal cual te ofreciste.

El tipo se fue caminando. Alex se dio cuenta que sabía el nombre de su novia, pero definitivamente nunca lo había visto. No preguntó nada. Se quedó intrigado. Lo veía de reojo, parado frente a la orilla del río. El tipo volteó a verlo y Alex se hizo el desentendido. No quería sacar su celular para jugar, así que lo escondió con cuidado y se puso a leer su revista. Se perdió en la lectura.

Antes de llegar al punto de encuentro, Lucía gritó el nombre de Alex, señalando con su dedo índice en dirección al río. Alex no entendió ¡Mira, mira! Alex volteó por nada ¿Viste?, había un hombre cruzando el río, caminando sobre él. ¿Qué? De veras, su poncho parecía una vela que lo llevaba con el viento hacia el otro lado. Alex pensó que era una broma. Lucía le juraba que no lo conocía. Ella pensó que era una señal, mientras que la mirada de Alex no pudo atravesar las turbias aguas del río.

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